16 marzo, 2011

LA BOLA DE ESPEJITOS. (era un micro cuento + el cuento del ratón y el botón).

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Hubo una vez un ratón y otro ratón. Pongamos que uno era de un color y el otro ratón era de distinto color. No quisiera poner un color específico que estorbase o enturbiase la continuación, depende a qué mentes, de este cuento o ensuciase o difuminase la claridad con la que quiero expresar la simple idea de que son dos ratones distintos porque no diferentes. Pongamos que para no dañar a nadie, el primer ratón se va a llamar 1 y el segundo ratón eran amigos de toda la vida. 1 había nacido bajo unas piedras en la cara oeste de la ladera y el segundo ratón nació bajo una encina cuyas raíces más gruesas descansaban sobre estas piedras; por eso, muchos de los túneles de escape, que se yo, inundación, incendio o hurón, se cruzaban. En esos días 1 y el segundo ratón se cruzaban, se miraban, se comunicaban su inquietudes, pero ambas familias iban siempre corriendo y corriendo por los túneles ya aprendidos, y ellos dos, siempre queriéndose encontrar en cualquier catástrofe. 1 se hizo mayor, el segundo ratón quedó pequeñito. 1 coleccionaba dientes y se llamó Pérez, el segundo ratón recolectaba botones y se llamó Martín. El 1 creó facebook para colgar su vida al sol después de cada tormenta, con rayos y palabras de su millón de amigos, reponerse de toda circunstancia deplorable o pensamiento similar. El segundo ratón recogía bajo la cama de un señor su primer botón y dejó a cambio un presente. El 1 hizo un mundo de cristal para que todos sus actos se: reflejasen, deslumbrasen (en, a) los demás, el segundo ratón siguió con su empresa de botones. Hoy por hoy se dice que 1, el ratoncito Pérez, sigue cambiando dinero por dientes de leche a los niños que quieren hacerse mayores. Por otro se cuenta que el segundo ratón, ratón Martín, sigue cambiando botones por presentes a todos los mayores que quieren ser niños. Allá por los caminos que se cruzan en estampida, hay veces que cambian dinero por presentes, botones por dientes; y viceversa.

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