09 febrero, 2011

EL ESCAPULARIO PRODIGIOSO

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Escapulario: Pequeño trozo de tela de forma cuadrangular en que aparece representada una imagen religiosa que usan los devotos como colgante, a modo de amuleto.


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En un pueblo a la orilla del Guadalquivir al sur de Jaén, procesaba misa el cura Bartolomé Zanahorio, primer cura pelirrojo que se conocía en la Provincia. Al término de la misa y tras beber vino y repartir ostias, Bartolomé disponía se a confesar cuantos feligreses quisieran, para limpiar por la Gracia de Dios todos su pecados. La primera de la fila era la Señora Fresa Chicle; cargada de envidia hacia sus conocidos y de malos pensamientos para con sus vecinos, haragana y miserable vivía vestida y casada con Dios. Pancho Potter, terrateniente y caudillo del lugar, decía no soportar las temperaturas ni los colores de la primavera, y que cada mujer del pueblo y alrededores caía presa de sus impuros pensamientos, pues “podrían salvarse del polvo pero no de la paja”, según las palabras de Pancho Potter. Lo raro fue ver aquella tarde a la vecina TenianKa Teta, llegada de los lares del Este en el más crudo de los inviernos en edad infantil. Jamás nunca había pasado un domingo por iglesia, no llegó a casarse, ni tuvo acto religioso Macario Palambre cuando murió, que ella misma lo enterró bajo el ciprés de su jardín. Ahora, aquella mañana de abril, TenianKa Teta pidió a Bartolomé Zanahorio confesión. Bartolomé aceptó pensando que ese era el momento en que Dios se acercó a ella para hablarle y conducirla por su camino.

TenianKa Teta confesó haber quemado todos y cada uno de los recuerdos de su pareja Macario Palambre, pues había oído hablar del sacrilegio, y aún no sabiendo muy bien su significado, desde aquel día no consiguió pegar ojo. Acudió a la iglesia, y al Padre Bartolomé como última esperanza, encomendándose primero a Dios por cercanía, pues la casa de Dios bien que se veía, pero no la casa del Diablo, que había que buscarla. No disponiendo de tiempo para esa búsqueda dispuso probar suerte con su mal en la casa del Señor. “Si todo eso es cuanto temes por pecado o sacrilegio, ve tranquila a tu casa y duerme pues de nada has de temer”. Dijo el Padre Zanahorio al terminar de escuchar a la Señora Teta.

TenianKa Teta marchó a su casa, tomó un vaso de leche caliente con miel y se marchó a la cama para dormir. Pero algo la inquietaba turbándole el sueño pues no conseguía pegar ojo. Por el cansancio y el insomnio no pudo dejar de pensar y pensar en toda la noche, y con las primeras luces del día cantó el gallo y ya no pudo soportar más Teta. Agarró una antorcha y una jarra de agua. Iracunda marchó a la iglesia. El padre Zanahorio la encontró en la puerta, parada y mirando hacia el cielo. ¿Qué hacer son esa antorcha y que llevas en esa jarra? Preguntó Bartolomé. Voy a incendiar el cielo con esta antorcha y con el agua que llevo en la jarra apagaré el infierno. Contestó Teta.

De una patada abrió la puerta de la iglesia y a golpe de antorcha comenzó a prender los mantos de las imágenes que allí había, todos y cada uno de los bancos de madera, y lo que en el altar parecía oro resultó ser pintura de la más inflamable, arrojó al suelo todos los cirios encendidos, y quemó las cuerdas de las campanas que desde el campanario descendían al interior de la iglesia. Los blancos manteles de la mesa central. Nada pudo hacer Bartolomé Zanahorio para impedir el incendio, pues si hubiera permanecido más tiempo dentro hubiera ardido como el Cristo del altar o San Isidro Labrador o el Caballo Blanco y Santiago Apóstol.

Soltando la antorcha de su mano derecha en la puerta de la iglesia, y dispuesta a ir en busca de la casa del Diablo, TenianKa Teta no tuvo que dar ni un paso para dar con el mismísimo Satanás. La tierra se abrió bajo su pies y el Diablo salió entre humo y fuego frente sus ojos; la quería como discípula por su gesto hacia la iglesia que Satán interpretó como una ofrenda. Cuando el Diablo se presentó a TenianKa Teta, esta le arrojó toda el agua que contenía la jarra a la cara. Satán entonces entendió este otro gesto como una ofensa y agarrándola por los tobillos se la llevó a los infiernos de la tierra, condenándola a pasar en aquel lugar toda la eternidad.

Sed, hambre y agonía infinita, todo esto sentían quienes allí vivían. Nada de nada conmovió a TenianKa Teta, pues como ella misma decía, sed siempre tuvo pues cada día debía de beber agua sin conseguir nunca saciarla, pero pudo conciliar el sueño, hambre había pasado, más de un sol y más de una luna, pero dormir había conseguido dormir, la agonía era su pan de cada día por no haber conocido la tierra donde nació ni haber podido volver por no saber el camino, pero tampoco le había quitado el sueño. ¿Qué me puede quitar a mí el sueño? Gritó TenianKa con todas sus fuerzas. Satán la condenó a la vigilia eterna. Jamás podrás dormir. Dijo el Diablo mirándola fijamente. TenianKa no apartó su mirada y respondió: “a ese mal no me puedes condenar pues ya lo sufro”. Satán frente a tal respuesta no supo que contestar, pues a cada crueldad que sometía a TenianKa, esta respondía con indiferencia. TenianKa Teta poseía una imaginación portentosa, por tal, nada podía hacer Satán en sus deseos. Pronto, TenianKa comenzó a ser un ejemplo para todos y cada uno de los que habitaban el infierno, comenzando a ser mayoría los que allí nada padecían, ni sed, ni hambre ni agonía. El Diablo nada podía hacer, y el asunto se le escapaba de las manos, pues si Él deseaba sed, todos imaginaban beber el más refrescante néctar. Si Él deseaba hambre, todos terminaban chupándose los dedos y echando una siesta después de morfar. Y así ocurría con cuanto Satán deseaba, que nada se cumplía. Dios, desde las alturas contemplaba lo que en el infierno ocurría, y temiendo que después de enfriar el Infierno, ascendiese para quemar el cielo, decidió descender y unirse al Diablo para tratar un plan conjunto y detener a TenianKa Teta.
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Dios comenzó a desear sosiego para todos, cuando estos lo sentían, Satán deseaba preocupación, y así, unas veces Dios y otras el Diablo, comenzaron a confundir en tiritones a los crédulos infernales, incluso TenianKa Teta se perdió en el juego. Gracias a esto, Dios la hizo caer en un profundo sueño, y terminó por encerrarla en un escapulario. Una mañana de junio, se apareció a los ojos de Bartolomé Zanahorio y le ordenó a este que se ocupara de esconder el escapulario donde nadie jamás nunca logra encontrarlo.

Cuentan que quien posea este escapulario adquiere el prodigio de la imaginación infinita, capaz de apagar el infierno y quemar el cielo, cambiando al mundo y sus por dentros.
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