03 diciembre, 2009

LA MUÑECA DE MIS MANOS (PÁGINA CATORCE)

.

Durante todo el año que estuve enclaustrada, no recibí ninguna visita o cualquier tipo de contacto con el exterior. Justo cuando cumplí la mayoría de edad, la señora arrugada vino por mí, para ayudarme a regresar a casa, mientras me presentaba todo el papeleo que debía resolver ahora.


Lo primero que hice fue ir a buscar a mi hermanito, tras acreditar todos los documentos posibles que confirmasen que éramos hermanos, un mes después pude verlo, pero aquel niño no era mi hermanito, lo perdí nada más nacer, igual que Clara Victoria, si no por qué razón iba a morir; le cambiaron a su hijo nada más nacer, y nunca pudo hacer nada para demostrarlo. Murió de pena en su soledad de hospital. Por eso que mi hermanito pasó a ser secundario convirtiéndose en mi verdad, ahora mi prioridad era conocer mi secreto.


Visité la casa museo de mi padre, pero ya nada de lo que él hizo allí quedaba, todo era una mala réplica, vergonzosa. No comprendía como la gente era incapaz de apreciar tan barata imitación. Siempre me hacía la misma pregunta. ¿Por qué murió mi padre, si como él decía, vivíamos eternamente? Por qué aquella tarde mi padre deseó su muerte.


Maxi Delgado vino a visitarme a casa cuanto se enteró de mi regreso. Nunca pudo comunicarse conmigo porque nunca logró adivinar donde me llevaron. Siguió con las pesquisas sobre la autopsia de mi padre, pero todo lo que consiguió descubrir en un año, era que mi padre no fue enterrado, y según sus ivestigaciones, el cuerpo aún no había salido de aquel hospital. Charlando y hablando, se hizo tan tarde que Maxi Delgado se quedó a dormir. No me hubiera importado yacer entre los brazos deMaxi, era muy atractivo y de talle atlético, pero Maxi Delgado era de esos hombres que no aceptan una experiencia sexual esporádica de placer por placer, si no que termina por involucrarse tanto con esa persona en la necesidad suya de estar en pareja, que no creé posible el sexo sin amor. No debía vincularme a nadie, sobre todo en temas de amor ; cómo podría crear una familia sabiendo que, mientras mis hijos y mis nietos envejecen, yo seguiría impasible al variable conmover del tiempo. Esa mañana despertamos juntos en la cama, abrazados. Mientras desayunábamos, sonó el timbre de la puerta como un disparo de cañón. Era Begoña de Azúcar.


.


No hay comentarios: