06 diciembre, 2009

LA MUÑECA DE MIS MANOS (PÁGINA 16)

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- ¿Me conoce?
- ¡Nos conocemos!
- ¿Quién soy yo?
- Deco Delgado. Padre de Maxi. Los brazos.

Jamás pensé que reconocer a alguien en aquella reunión, aún menos por la parte del cuerpo que le correspondía, fue todo un error. Nadie pensaba que fuera posible apreciar la diferencia entre lo real y lo artificial. Todos los presentes en aquella reunión, incluso Begoña de Azúcar, todos se agitaron cuando reconocí a aquella mujer por sus piernas. Los nervios afloraron, la intranquilidad se palpaba, y un gesto de incertidumbre se reflejaba en sus rostros. El señor oscuro desde la penumbra declamó que no necesitaba más pruebas para saber que se encontraba frente la muñeca. Muchos de los que asistían a esa reunión se levantaron y se marcharon, otros incomodados no sabían estarse quietos, parecía que un zorro hubiere entrado en el gallinero.

Maxi Delgado irrumpió en la sala para asombro de todos, se dirigió a mí y exclamó que mi padre me esperaba al otro lado del teléfono. Todos quedaron petrificados. Yo sabía que eso era imposible, pero seguí las indicaciones de Maxi urgentemente. Agradeciéndole el haberme rescatado, sacándome de aquella sala. Subimos a su coche y huimos de allí. Maxi comenzó a hablar.

- HABLA MAXI-.

Cuando me enteré que mi padre iba a estar en esa reunión supe que la información que buscaba estaba en mi casa, comencé a investigar a mi padre. El caso de tu padre es mucho más revelador de lo que pude imaginar. Tu padre, en su corta vida descubrió cuanto el ser humano en su infinita existencia.

Maxi hizo un silencio que yo aproveché para dormir profundamente mientras él conducía mi destino.

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