19 mayo, 2009

MISMA FOTO DISTINTA SENSACIÓN

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Te perdí, lo tengo claro; y aún así ansío encontrarte de la misma manera en la que te hallé. Sentada, con el atardecer a tu espalda y un libro por leer entre tus manos. Asalté tu intimidad con un “¡Buenos Días!”. Me supiste mirar con una sinceridad tan agradable que me invitaba a sentarme a tu lado a conversar. Cerraste tu libro de un solo gesto recibiéndome con tu atención. No caían tus ojos de los míos pero sí la tarde con el sol. Hablando de todo como amigos reencontrados por el tiempo sin saber de ellos y que tanto tienen que contarse. Parecíamos conocernos de toda la vida.

Vuelvo a pasar por ese camino, a la misma hora en mi reloj y la tarde con el mismo color. Incluso los olores de la tierra se repiten y se sigue escondiendo de igual manera el sol; pero ahora debe ser más interesante tu lectura pues jamás volviste a levantar tus ojos para encontrar los míos, ni encuentras interesante mi conversación.

Puede, quizá que una tarde pareciese semejante a la que sucedió, pero distinta siempre, diferente a la primera sensación entre tú y yo. Siguen avanzando las tardes, sigue desapareciendo el sol con la misma melancolía con la que avanzan las manecillas de un reloj de pared; sin embargo pasó. Pasó. Que suerte que sucediera, que pena que pasó. Hay momentos inolvidables y sensaciones que no vuelven nunca jamás.

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