19 mayo, 2009

MIRADA MUERTA EN VIDA

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La mirada perdida de los maniquíes me las encuentro siempre en los ojos de la gente, sobre todo entre las mujeres, más que nada entre los hombres.

Miran al suelo o a la nada con una profundidad esquiva por lo que tienen delante. No tienen vida ni movimiento, y carecen sobre todo de dignidad. Caminan por un camino ya caminado, premeditado… Primera esquina a la derecha, segunda a la izquierda y todo recto hasta llegar al estanco hasta que el muñequito del semáforo torne en verde, entonces cruzan la calle. Todo el tiempo con la mirada en el suelo. Cuando más los veo sufrir es en los semáforos, intimidados por los de enfrente y viceversa. Ahí pierden la quietud. Esquivan y serpentean las demás miradas. Se olvidan de respirar, de escuchar si su corazón está vivo o dejó de latir hace tiempo. Su única misión es no encontrar una mirada con la que compartir un instante, un gesto, una mueca. Todo es una invasión a su intimidad y a su tranquilidad. Prefieren perderse en esa nada que siempre conduce a nada.

No aguanto esas miradas. Sólo aguanto la mirada de mi compañera; al menos ella tiene una excusa para recibirme y despedirme cada día con esa mirada muerta en vida. Ella si es un maniquí. Y me atrevo a decir que en sus ojos hay más vida que en muchos de los que por la calle caminan.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Me recuerdan a esas personas que suben las escaleras del metro por el lado izquierdo a toda prisa y toman el café por la calle sin nisiquiera disfrutarlo.

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