23 diciembre, 2011

Capítulo 2º Amor

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Hubo días que Alholva pasó en casa. De la mañana a la tarde noche. Yo pasaba todo el día al lado de “Aloja”; le hablaba, le acariciaba, le miraba, quedábamos en silencio días enteros uno al lado del otro, sin movernos, mirando el techo. Días que lo lavaba ayudando a mi madre, cuando Amor se cagaba encima, curarlo cuando se golpeaba, consolarlo en cada una de sus tantas frustraciones que un día podía guardar para él. Levantarse de la silla, caminar hasta el baño, bajarse los pantalones, sentarse y desahogar. Y todo esto siendo consciente de que sucede, impotente por no poder auto-resolverlo. Un día mamá entró al baño mientras yo estaba bañando a Alholva. Amor, me dijo mi madre. ¿Qué haces? Tardó en darse cuenta en descubrirnos, entró mirándose al espejo y frotándose su cara con sus dos manos. Primero observé un gesto de terror en el rostro de mi madre, después de sorpresa, y más tarde vergüenza. Llamó a los gritos a mi padre, que al mirar con sus propios ojos, como le dijo mi madre: “Sube y mira con tus propios ojos lo que está haciendo tu hija”. Ahí perdía hasta el nombre. No era Estefanía, era tu hija. Eso quería decir problema a resolver los dos. Mira qué pasa con tu hija. Mi padre entraba en el baño y me decía. Estefanía, por qué no llamas a tu Madre o a mí para ayudarte a estas cosas, luego te dolerá la espalda. Eres muy pequeña para hacer estas cosas. Si estábamos en casa de Amor, y Amor temprano debía irse a la cama, cuando me echaban en falta, me encontraban metida en la cama con “Aloja”. Yo no entendía por qué todos ponían el grito en el cielo. Al cielo se fue “Aloja”, a la edad de dieciocho años. Yo continué siendo puta.

Entre otras muchas cosas, yo seguía siendo puta. Mi primer trabajo fue como recepcionistas en uno de tantos hoteles que mi padre tenía. A escondidas, en los salones de estos magnánimos hoteles, comencé a organizar unos pequeños congresos de putas, que al igual que yo, daban y entregaban su amor a este tipo de personas, y que jamás se hubieran ganado la vida con ello. No eran putas de profesión. Putas por vocación. Estos pequeños congresos clandestinos terminarían siendo toda una institución, capaz de organizar desplazamientos como fletar un avión, organizar cruceros infinitos por todos los puertos del mundo. A penas diez años bastaron para que este movimiento se conociese mundialmente como “Amor en movimiento”. Un ejército de corazones, donde ya no sólo había mujeres, también había hombres. Lo peor de todo, es que para conseguir fondos, decidimos acompañar a algunos Olímpicos, Paralímpicos, y otros personajes célebres, deficientes motrices todos, discapacitado psíquico ninguno. Eran los Juegos Paralímpicos 2012. Yo iba en el equipo de natación estilo Mariposa del equipo paralímpico de los Estados Unidos de América.



Capítulo 3: Estilo Mariposa. (en breve).


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