21 enero, 2009

SENSACIÓN EXTRAÑA

Tengo la extraña sensación de que el pasado llama mi atención como nunca jamás le permití. Hace tres años conté mi primer cuento en La Cueva del Gato. Al terminar, tenía una extraña sensación de que... si aquello no había salido bien, fue por que yo no quise. Un señor mayor que estuvo todo el tiempo callado; se me acercó y me dijo bien cerca al oído: "Te vas a cansar de esto". ¿Cómo podía suceder eso? Jamás. Cansarme me cansaba cargando sacos de aceituna de más de treinta kilos, ladera arriba ladera abajo. Eso sí cansa. Cansa labrar a mano la tierra para doblegarla como un potro salvaje a tu antojo. Cansa correr y correr cada primero de mes hasta fin de mes; lustros y lustros como las hipotecas asmáticas almáticas matemáticas puras. De cajón desastre hilvano el patrón del barco que me asista en la más larga de las travesías; como la vida misma. A bailar con delfines y comer con tiburones. Perderme con los cantos para robarle el corazón a las sirenas. Pirata, canalla, poeta. Crápula, mercenario de las emociones conceptuadas. Aprendiz de todo maestrillo de nada. Antes que títere, titiritero; o es la gallina antes que el huevo. Ahora no me acuerdo.

Me siento cansado, agotado. Me pregunto por qué en este crudo invierno, me siento hormiguita, que disfruta perdida en su rama como en los sueños, pero le escuece levantarse después de la mañana. Porque la hormiga será siempre hormiga, por mucho que sepa tocar la guitarra y sepa cantar como las cigarras. Por qué no ser cigarra. "Qué maravilloso inventar cuentos, pero antes tendrás que explicártelos". Terminó diciendo aquel señor que esperó hasta el final de la actuación para hablarme. Con el alma hemos topado. Realidad o Sueño cantaba Pau Donés. Mi madre siempre me decía... "A LA PUTA Y AL TITIRITERO, A LA VEJEZ LOS ESPERO".

La habichuelas hay que ganárselas, y se compran con dinero. Esta sensación extraña de sentirse incompleto, por derecho o por revés, la flaquedad salvaje de sentir bajo los pies... (Sabernos agua que hemos de llegar al mar, pero antes ser ola, nube, tormenta, torrente, meandro, sudor. Sabernos fuego que toca y devora... consume. Sabernos viento que mueve montañas y desiertos y mares... )La Tierra que uno pisa.

Todo esto, venía por que me siento cansado. Jamás creí que me pudiera pasar en este oficio. Por si me relajo y me duermo en los laureles. Déjome huella para no olvidar de cuanto me puede pasar si quedo quedo. Mejor caminar. Vivir en movimiento. José M. Pascual. "El buitre".


JOSÉ M. PASCUAL. "EL BUITRE".

Burlando estupidez, Clavel heredó un dios pobre y ocupado. Cretino valiente de la valentía a patadas, cruzó de norte a sur buscando cruzadas. Psico cirquero de voluntades, sabe bajar vasos de un solo sorbo. Con su boca de pocos anuncios, palabras salvajes con olor a perro, y el cuello marcado de llevar tirando la carreta pesada del destino incierto, llegó a rey del camino, camino que nadie quería, camino que nadie tomaba. Así, boyando como un pescado en el agua, vivió para seguir viviendo.

Conoció a su clavela una noche de esas bien nocturnas. Bailando la danza del pecho, palpitando el cerrar de los párpados, mariposeando pestañas en venta y jugando apuestas por nada. Ella ocupó ahí su centro y le dio un par de buenos momentos. Ella le mostró un colchón viejo y el arte de la nausea.

Todo fue rincón y parejo, borde y comida. Un día de esos nocturnos, conoció la sombra española, una que vino de oriente; a tomar vino vino y a soplarse las palmas. Ella era buena bailando, la danza del vientre, y ni que el ejército hubiera venido a prohibírselo: él le despegaría los dientes.

Clavel sufrió la fiebre que engrosa las pieles y vio su imagen sirviente. Desenfundo un par de monedas robadas, de poco valor aparente, compró promesas sin vencimiento y los bolsillos se le dieron vuelta.

Al santito de estampitas de colores le rezó más de mil veces y combatió con la espada invencible del desinterés cuando le dijeron que ese santo no cumplidor era en realidad una fotografía de un moicano adolescente. "El torero no cambia su forma, pero sonríe en la última estocada" decía sabiendo que ni él entendía la frase, pero gustándole como sonaba. Sin caballo cabalgo de este a oeste, creyéndose sincero mintió un par de veces, y confesó tres de cuatro debilidades.
Arriba le vuela un buitre fiel que lo sigue a dónde vaya, boqueando la suerte del tipo que viene zafando de que él pliegue sus alas y esquive el morirse de hambre por haber elegido a un estúpido que goza de falta de atención de la afrancesada muerte.

Chasquea los dedos, pide que bailen las chicas, peina su peinado feo y, cuando sonríe, el brillo de las mejillas se esmera por cubrirle los dientes ausentes. Cuando no se soporta: zozobra en golpes al aire que algún aire devuelve.

Clavel es el más común de los hombres, también el menos frecuente. Sueña que la cosa podría ser peor de lo que es y se consuela. Tolera todo, come tierra, y poco le importa algo desde que sus piernas no tiemblan. Su clavelita se fue porque no lo aguanto más; se hizo la cruel gata y no le perdonó ninguna otra danza. Clavel está en el fondo del pozo, babeando de costado y llorando sin lagrimas. Trinchera solitaria, la del buen cocinero, la parrilla eleva sus humos y le gotea en la frente. Desde la estación de trenes se ve que conoce su oficio, limón que le salta en los ojos, y él: dominando el ardor. Ya vendrán tiempos de echarle talón al piso y darle la panza al cielo, respirar perfumes de primavera y dejar que el viento sea amigo.

Su hijo, desconocido, quizás tampoco nacido, debe haber caído de un tiro mirando las cuatro esquinas. Clavel aguanta porque así le enseño su dios pobre y ocupado. Nació en el asiento trasero de un Kaiser Carabela abandonado y un resorte le marcó la cara, una marca que le descubrieron casi un día después, cuando pudieron bañarlo bien. Clavel asa carne mientras su carne se asa. Se resigna a soportar porque está solo y espera que un día cualquiera la realidad descanse un poco, aunque ese día... sea un día después de que baje el buitre.





2 comentarios:

Maldo dijo...

Fuerte la tristeza que rodea tu cabeza,
buscando la nada y dando con ella por pereza.
la vida taladra lo que fueron motivaciones,
para enseñarnos que lo que había dentro solo eran ilusiones.
creo atizvar algo de lo que sientes,
aunque sabes que ese duro masticar solo lo han sentido tus dientes.
solo puedo recomendarte que cuides tus encias,
hasta que los dientes vuelvan a el lugar del que procedian.

Ptda: Consuelate pensando que el dolor es uno de los elixires que mayor poder han dado a los artístas, mastica con rabia su agrio sabor hasta que sus matices se muestren a tu paladar como el nuevo impulso que necesita tu caminar.

Peru dijo...

y... sobre todo...
buscar el ekilibrio en el movimiento...